Historias Insolitas

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sábado, 28 de septiembre de 2013

Jack el Destripador


Entre el 3 de Abril de 1888 y el 13 de Febrero de 1891, se registraron once asesinatos de prostitutas en la calle Whitechapel (Londres) y sus cercanías. Sólo cinco de estos crímenes son atribuidos al mismo asesino por sus similitudes y ejecución (cortes profundos en la garganta, mutilación del abdomen y la zona genital y extracción de órganos) y por haber sido cometidos de madrugada en callejones adyacentes a Whitechapel. Ninguna pista, ningún testigo conducirá jamás a la policía a un final satisfactorio para esta historia.

Desmontando la leyenda

Sin duda lo que ha convertido a este asesino en serie en un mito es lo poco que sabemos de él (por no decir nada), se nos presenta como un apuesto caballero que sale de entre la niebla con una afilada navaja y, antes de que podamos pedir ayuda, nos corta en pequeños trocitos (y se lleva alguno de recuerdo). Debemos analizar algunas cosas para darnos cuenta de lo poco que sabemos de él y lo equivocada que es nuestra imagen de ese personaje tan oscuro y humano.


Existen dos tipos de asesinos en serie: los organizados y los impulsivos. Jack pertenece al primer grupo, los más peligrosos, ya que son capaces de planear sus actos, su necesidad de matar está presente, pero controlada (al contrario que los impulsivos). Además, es probable que no fuera un rico señor ni un noble de larga capa (que seguramente hubiera llamado mucho la atención en un lugar tan pobre como aquel), sino alguien del lugar, una persona conocida que no hubiera provocado recelos en las mujeres (sobre todo en aquella situación de miedo) y con la que se hubieran ido sin dudar a algún oscuro callejón. Debía de conocer muy bien el lugar, al menos lo suficiente como para poder esconderse y/o estar apartado de la actividad de la calle principal el tiempo necesario para ejecutar sus crímenes. Es incluso posible que fuese detenido y liberado mas tarde.


Todos los detenidos con relación al caso fueron exonerados por falta de pruebas o por tener una buena coartada. Un asesino silencioso, anónimo, sangriento, nunca descubierto… todos los elementos que necesita una leyenda, aunque provenga de la mas oscura de las facetas humanas.

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